¡Tragedia! ¡Tragedia! Ha muerto, murió…
Era 3 de diciembre, era una mañana gélida, inolvidable para el puño de Dios o la madre Naturaleza, parecía que iba a nevar, sin embargo creo que la nieva tenía miedo de caer, ese día tan gris; podía ver el aliento de las personas en la calle junto a los intentos de sus cuerpo por querer hacer un parvo de calor temblando.
Me dirigía a mi trabajo, era un invisible notario que hacía los trabajos de unas cuantas personas en la ciudad, aún así ganaba lo suficiente para poder vivir yo, junto a mi calco de familia;...