De nuevo me encuentro frente al computador, el cigarro que siempre me acompaña está a punto de fallecer, así como todos los días dormiré con uno de sus hermanos y me masturbaré con las hileras de los miles de libros que tengo, es de noche, el sol está a punto de anochecer y la mañana ya viene a cenar, y mi mano derecha está sufriendo un dolor infernal, por los amores del mediodía. Pasan los días y los años y ya nadie recuerda a Mobarek ni siquiera un pequeño atisba valga el infierno de tal redundancia, ya todos lo olvidaron como si no hubiera existido, como si en su tumba el olvido se escribió. Murió hace muy poco, hace unas horas, se encuentra en la morgue, nadie lo ha ido a visitar, allí se pudre en ese invierno de Hades…