viernes, 28 de diciembre de 2012

A mi silencio


El silencio te habita descalza
Y de pecados te sacia vacía
Peina tus cabellos y te seduce
Esta cruel soledad maldita
¡¿Cuándo escucharás?!
Así sabrás que el amor lastima
Y te consume exangüe
Vuela, sí, vuela
Y atrás deja la hiedra
Que los mortales llamamos vida.

En tu sepulcro lloraré,
Lloraré como nadie
Y como ninguno rezaré sobrio y culto
Me posare en tu féretro escarlata
Que decidimos de niños comprar
Tú estarás vestida, de negro o blanco
No lo sé.

Compraré rosas rojas y te haré reír
Entonando simple y ausente
Mi poema de inocente niño
Que un día cuando viva estabas
Pudiste escribir
Y hablaré de ti a millares
A cientos y unidades,
Serás dama y ramera
La que duerme despierta
Mi fiel amiga
Quien en la locura me sumergió.

Sol de la mañana


En aquel estío de invierno
Tal vez Mayo, o Abril
Te mirabas nívea y sonriente
Con ello, escribir pude.
Tome lento aquel día
Mi pequeño cuaderno,
Donde escribía mi aficionada poesía
Me viste, tomaste mi mano vacía
Y la pusiste en tu corazón.

Mi cuerpo entumecido
Yacía en ese segundo
Mientras el silencio y la espera
Nos mataba juntos
¡Oh! Que dulce agonía
El tren aceleraba, no importaba
Estabas tan cerco mío
Y de ti también yo.

Escribí mil libros
En esos instantes vacíos
Que solo el tiempo
Después borró
Mas la muerte es injusta y ambiciosa
La felicidad le molesta
Y le atañe la amargura,
Que a ti en un segundo me vedó.

Bajo su regazo


Ebrio de amargura y vagos recuerdos,
Frío, el carruaje de las orquídeas rijo,
Derecho a la corriente del vasto día,
Quebrajado en la soledad y el delirio.

Gélido a mi oración devota flamante
Hurto el afecto del camino muerto.

Todavía desnudo y lánguido; ecos agrios,
Y una dama solitaria y sin cuna.

Iré, vació de amor, de la mano tapisca,
Hambriento, hastiado y fresco, repentino,
Reposado en los regazos de las nubes pesadas
Señoras cándidas y sagaces como leonas tercas.

Tirita en la confusión mi llanto de recuerdos
Terco henchido de vivas y oscuras noches,
Indiviso roto y hecho mi alma del dolor el dueño
Y malditas lágrimas yaciendo en mí.
Secas encima, mediocres las horas amenas,
Que en mi alma y cuerpo preñas quedaron.

Fiele Morto


Estaba detrás de mí, traía un cuchillo
Al verme trató de esconderlo
Pero ya era tarde, el temor junto al silencio
Bañaron nuestras miradas y nuestros cuerpos.

Corrí y corrí
Ya eso no importaba, no ayudaría
Sabía que mi propia tumba había cavado
El día se meció y cayó de momento
La terrible noche, consigo el derrumbe;
Mi muerte señalada, en las manos de un asesino
Asesino, de sangre fría y ardiente maldad.

Morí aquel día en sus brazos,
Yacíamos los dos en una dulce tina de sangre
¡Oh! Manjar de locura y traición.
Había posado su odio en mi cuello
Una, dos, hasta tres veces por segundo
Reía o lloraba no lo recuerdo bien
Estaba muy ocupado muriendo
En ese oscuro y vil entonces.

Justo después


Ese putrefacto aroma me recuerda mi niñez,
Cuando jugaba con las gaviotas
Y borraba sus huellas de la pared
Recuerdo casi en vano esa infancia
Casi en vano me recuerda ella a mí
Todo fue alígero, años pesados, odio acerbo.

Suelo soñar en las noches con mis amigos
Mis amigos: la brisa y el viento carde
A veces me saludan cuando vienen de viaje
Dejan en mí su cálido adiós
El mismo de hace doce o trece años.

Recuerdo el silencio en mi habitación
Esa ausencia que llenaba mi alma,
Nunca hubo lugar para las palabras
Siquiera para la risa del mar
¡Oh! Dulce niñez, extraño esos años
Fueron cientos de días con sol y luna
Decenas de noches con un sublime dolor
Únicos amaneceres escarlatas
Justo al lado de mi habitación.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Ángel



Y caíste de pronto desde las nubes o de la nirvana; caíste en mis brazos, cruzamos nuestras miradas mientras nada pasó, supongo que así fue, pero no lo recuerdo, fue veloz, como el canto de una musa con su canción amante. Me besaste y dormí… soñé y te besé de nuevo, hasta que mis labios dolían y derramaban sangre allí y allá; aquello no quería que acabase, pero de pronto llegó aquel sueño de la realidad y todo termino, te dije adiós a ti, a tu cuerpo, a tus labios ensangrentados por nuestros besos espinos, de los recuerdos nuestros secretos los que a nuestros infantes no les puedo contar, de los sueños aquella realidad la que no se puede relatar.

Yo

Odio existir bajo la sombra del maldito pensar, aquella que está bajo los hilos de mi cerebro junto a los pensamientos que mi boca no puede escupir, sin embargo mis manos gritan con ellos, pero es inútil; solo quedan en los papiros de mi biblia vacía; allí yacerán hasta que muera y mi vida empiece, mientras tanto quien me demanda y me humilla; mi amo, me espera. El ser que no pregunta el dilema, exige la solución; de los amos el señor y de la soberbia, pretencioso… ¿Quien más? Yo. El único que me puede aprisionar, quien puede escribir con su sangre en la pared y matar al mismo suicidio con sus letras de dagas hambrientas, y sobre sus huesos bailar . Yo.

¡¿Cuándo?!

Como te amo. No sé si hacer la pregunta o declarar ante la índice prensa esta afirmación; amo tu tristeza, y de ella también tus lágrimas; tu rostro sonrojado, el que lacera a las rosas con su color… cuando te pierdes en ti misma y cual infanta lloras porque no encuentras a tus padres. ¡Oh! nunca pensé amar a alguien así, te amo y duele. Te amo y duele saber que jamás, jamás nunca y siempre contigo estaré. Te amo y duele, duele porque te amo y te amo porque soy masoquista, masoquista por mí por ti por lo que nunca se llamará nosotros por todo, ¿Por qué no? ¿Por qué tal vez? ¿Cuánto faltará para que termine o para qué empiece? ¿Cuándo?

Inferno II


El céfiro entona tu nombre y declama, interpreta y grita a tu ser vacío, también mujeriego, que alzado por las manos de Dios te hizo caer tal demonio del hades, o del infierno igual; percibiste la sombra, aquella que de los recuerdos es oscura y de la noche querida, mas olvidada de ti esta mi alma, que se tambalea junto con mi vida, y mi vida junto a ella se deprime, y de la muerte la despedida, tuya y de ti, lo nuestro… nuestro lo que nunca fue, del siempre el jamás, el cual sigue volteando sus páginas como el viento a las olas y la luna al mar. Muertos acabamos, y putrefactos seguimos aquí y allá, como la esencia de un dios, como el dios mismo.

Desnuda mas no descalza

Estaba sin estar, allí estaba y no parecía; desde su balcón, su sonrisa y ella alcanzaban a mi espejuelo, estaba desnuda, y también, también descalza me miró, y asimismo me miraba, con sus vistas rasgadas y suspiró, a través de los agujeros que el pasado en ella rotos dejó, la contemplaba, y en ella apreciaba, todo de ella, y a ella también: sus senos de savias idas, y las flores de su jardín; como la amaba y la amé, todavía la amo, pero donde ella se encuentra no sé. Soy un demente que no sabe que es espacio o tiempo, vida o muerte, sin embargo sé que un día, nada he de ver, más cuando llegué aquel, la veré a ella, no a mí, y estará desnuda, mas esta vez, no descalza.

No lo sé



Dibujaré mis lloros, para que concibas de ellos, ciénagas, y de aquellos copas; de mí, tú o ella, carmín dolencia aprecias, dolor que sustenta, este que ama, aquel que del rayo suena, y de las sabanas su amor, ¡Oh! musa de vidrio, mi caída primavera, dime y respóndeme, que no escucho más allá de los… mis sollozos desmoronados, tus amores, la traición de Judas, tus besos y de los roces, mis idilios. Lloraré por ti, por mí, por ellos y estos, ¿Quiénes? No lo sé, pero lo haré, aprenderé a hacerlo si no lo sé, y si lo sé también; soy un embelesado vacío de llantos por los amores de ella y asimismo de él, ¿Quién? No lo sé, pero amo, y ¿Qué? Si no sé a quién.


Zitàn


Muñeco en delirio, creado para amar, cual valiente.
Más en travesuras yace, sin deseo y cuerpo
Porcelana que suspira sin sentido marchante, sin lógica alguna
Por amores, que al ver su rostro, decae al abismo
Mueren, no nacen, solo se pierden por la mirada disipada de aquel
Dulce,  que no hace más que jugar andante y no sabe por qué
Es oscuro y trágico, su naturaleza sin gracia que lo seguirá por la vida.
Observa  fijamente a las almas en reposo, inconstante
Para mimar y asesinar dulcemente, cual canción de cuna
No entiende que es vida, por ello la quita, tan frio
No sabe que es amar por eso juega paciente, por el turno de cada alma que yace.
Haciendo sufrir o enamorando.
Muñeco, porcelana viviente.

Contumaz bestia


En el silencio de la nívea noche y en los ojos del crepúsculo vacío; izando la bandera de las tinieblas, el dejaba a la deriva la perla de la noche, esfera circuncidada que brilla alrededor de los mil ojos del ave real y Bruna, que abre su vestido flamante en el noveno cielo, cual Dante… en esta mi comedia.
Yacía en su cuarto recostado en su cama mirando el cielo su techo estrellado, queriendo dormir, pero no lo lograba; maldecía a todo aquel por su insomnio demoníaco, le estorbaba el reloj, su cama, su cuerpo, su alma… él. Sus pensamientos eran rocas en su camino mental.

Enero-Julio


Enero
Tu rostro refleja los rayos del Oriente
Separando las puertas, lumbreras y caminos sumisos
En los comienzos de tu apócrifo accidente
Auscultabas el crudo, añejo golpe de patricios,
Del menguante torrente.

Febrero
En las fiestas de pureza abatiendo dioses,
Con tu pena bendita, regida y sagaz
Eras, Pompilio Rey, del señor los poderes
A la diestra de Roma, cual alcatraz.

Marzo
Las guerras cromaron el piélago, un charco
A Mavorte pasivo; padre del pueblo, olvidado
Llorando en la brega del alto franco
Cual gotas de dios, vacío nativo, sueldo 
Ufano Ares, vano.

Abril
Comienzan a abrirse las rosas y jazmines 
Lozanas y galantes, los pétalos de dama,
En la prima juventud de las vírgenes
Cantando musas alborozadas, arduas en las llamas, 
Mirando el calés.

Mayo
Navaja del equinoccio, que lacera la tierra
Haciendo florecer en los cultivos, las espinas 
Y a Maia en la soledad, aterra
Preparando en su cocina del trigo, harinas
Rompiendo la primavera.



Junio
Casadas la juventud y la vejez contigo
Amor dudoso, en  el Oriente peligro, puesto
Y tu pesado nombre, en Roma desmentido
Viajando de Norte a Sur, marino presto
Viejo solsticio.

Julio
Pentano de Roma, Julio, quien Cesar murió
A tu honor de olivo imperante asesinado
En la destrucción de tu mano apresó
Las riquezas, cual de oro, plata bañado
El juego ponderó.

Abrazos a la pared



Los versos que nadie escribió yacen vacíos
En la inmensidad de su mirada, ella
Poetisa, cual luna irradia vagante y ausente
Cantando una afligida canción maldita, lírica entonada
Busca su amor en las paredes, solitaria
El viento demanda su sangre imponente escarlata
Como la flor del mal. Baudelaire. Bohemia.

Descansa ella incesante en el tictac
Del viento y las agujas del reloj
En su cuerpo posante, entran veloz calma
Platón desde su reino filosófico la observa
En sufrimiento infernal de sus pensamientos errantes
Errática inspiración en su rezo pide, implora
A los dioses del Olimpo inexistentes, ilusión.

En su paranoia encontró agnosias de aquel,
Poeta de mil batallas que luchó vestido
De versos no dichos, ignorados en flor,
Sola pidiendo amores a la pared, ladrillos.
Sus tersos abrazos llenos de lágrimas, caen
Su muerte, llega a la traición, él.
Respirando dormida, sin viento, ni vida, él.


La flor de Baudelaire como mal, bohemia
Inexistente ilusión en el Olimpo de dios
Electro dolor con besos sin pasión, calló
Escarlata tu vestido que baila con viento
Cuando pides en tu rezo solo verso
Cual muerta, de su cuerpo bella traición
En la soledad de sus lágrimas abrazó.

El sufrimiento de su ignorante pensar, Hades
Y la lluvia de su tez encalmada
Susurrando los versos de su lírica canción
La verdad te cuida como soberana, reinas
Pero posas, implorando amor a la pared
Cual planeta armonioso gira, mareada de desamor
Entra a su ser el dolor incesante.

Los libros que no se leyeron aún
Se queman en el mar de miradas
Cuando sin compás suena el, mi reloj 
¡Oh! Guerrero clama y lucha con versos
Mientras su musa descansa, y sueña errante
Y el velo de ceguedad sin arte
En la locura de la ilusión nació.

Locura Sagrada



La Noche de la muerte
la luna se torna color carmesí
cegada por el dolor y odio
hacia el hombre que un día intento abusar de mi
y hacia la mujer que me crió 
tome el cuchillo de la traición
y camine lentamente hasta su habitación
me dirige hacia donde estaba mi madre y apuñale
su vientre.. matándole a ella y a la criatura que llevaba en su vientre
era mi venganza hacia ese hombre y esa mujer que yo tanto odiaba
la expresión de terror de ese hombre me hizo tan feliz
sus lagrimas que caían bañadas de miedo
posiblemente había matado a la persona que el mas amaba
solté una carcajada y cruelmente saque al feto del cuerpo que ya hacia muerto de mi madre
mi odiada madre...
el grito y me dijo "POR FAVOR NO LO HAGAS"
pero el odio y la tentación fueron mas fuertes
así que lancé el feto hacia el plato del perro
recuerdo sus dulces gritos que me pedían piedad... 
comenzó a rezar el ave maría..
pero ¿de que le servia?
aun así yo lo mataría..
suspire y me acerque a el 
clavando mi cuchillo en su cuerpo 
la locura se apodero de mi
y sin darme cuenta apuñale directamente su corazón
de sus ojos salio una ultima lagrima...
la verdad yo no me sentía culpable..
pero tampoco tenia ninguna satisfacción
creí que ya podía ser feliz pero la verdad no era así..

Navidad Sin Ti



En la noche fria de navidad
por la ventana veo personas felices pasar
En la ventana se dibujan mil rostros
y empieza el cielo a llorar
No tengo ya ilusiónes
Ni quiero celebrar
Camino hacia la calle
Para solo olvidar.
La luna ya no esta 
santa no vendra
Los niños tristes estan
Y mi vida ya no sera igual
Hermosa y dolorosa navidad
sin ti ya no es igual 
¿Cuando volveras?
Sin ti ya no puedo estar
Me siento frente a la chimenea esperandote
un rato mas
Pero aunque te espere toda la vida tu ya no regresaras
Pues en el cielo estas y yo aun no te puedo alcanzar

Muñeca Carmesí



Mi pequeña muñeca 
mi pequeña muñeca
llora, canta y juega
mi pequeña muñeca
vamos sonrie y canta
con tu vos resquebrajada
mi pequeña muñeca
linda y delicada
con tus uñas largas
vamos sonrie y canta
con tu voz tan delicada
mi pequeña muñeca
tus lagrimas son tan bellas
cuando silenciosamente
te envenenas
mi pequeña muñeca
vamos sonrie y canta
la cancion de la muñeca
enamorada
mi pequeña muñeca 
mi pequeña muñeca
llorando se encuentra
por un amor sin pena
vamos sonrie canta 
como la ultima vez
que te viste tan bella

Hilos Escarlata




Ahorcado Por Los Hilos Del Rencor Y El Dolor
Observando Aquella Sombra Que se desvanece En la oscuridad
La Muerte Me Toma De La Mano Pidiendo Mi Amistad
¿Tal vez solo quiere mi vida? Pero que mas Da!
Camino Junto A Ella Una Lagrima Solté Sin querer
Ella Extrañada Me Vio y Me Dijo "No Temas No Te Haré Daño"
Sentí que esas Fueron las Palabras mas Sinceras y Puras
que Jamas Había Escuchado!
¿Porque ella Era Tan Dulce? Me Pregunte
De Pronto Ella Se Abalanzo Sobre Mi Y Me Abrazo
A Punto Estaba yo De Corresponder
Cuando De Pronto Ella Desapareció!
Repentinamente Desperté
¿Acaso Fue Un Sueño?
Si Lo Fue ¿Porque sentí Ese Abrazo Tan Real?
Días Después Una Rosa Negra Apareció Junto A Mi Cama
Su Hermosura Era Inexplicable Pero Note algo extraño
Esa Rosa no Poseía Espinas
Esa Rosa Nunca Me Lastimaría
La Conserve Pero cada día La Rosa Perdía Un Pétalo
Un Día cuando regrese a casa solo encontré su tallo sin espinas del
cual me había enamorado
Llore desesperadamente Y me pregunte
¿Porque aunque no tenia espinas esa rosa me lastimo?
En ese momento sentí una Mano cálida que tomo mi mano
Yo Ya conocía el calor de esa mano
Esa mano comenzó a secar Mis Lagrimas
Y Con una Tétrica Pero Cálida Voz Me Dijo "No Llores"
Levante Mi Rostro Y Me Sorprendí Al Ver que esa Persona era la muerte
que un día desapareció frente a mis ojos
Me emocione Quise lanzarme hacia ella para abrazarla
Pero cuando lo intente sentí algo que atravesaba mi pecho
era la mano de la muerte que quería tomar mi vida
Poco a poco fui perdiendo la conciencia pero aun recuerdo sus ultimas palabras
"Ya no sufras mas"

Inferno

Iría con dicha al infierno vago
al dejar mi corazón necio de marfil 
junto a mi alma cómplice asesina 
en este dulce y profundo pantano. 
Iría solitario y ausente, asechante 
dejando efímera esta soledad infinita 
que se estampa en el día,  ceguedad.

Atravesaría a mil dioses blasfemos 
extinguidos por la acidez del olvido 
mi pies hastiados gritarían unísonos 
junto al inflamado vértigo, amenos.
Maldiciones bañadas de llanto claman a mis pies 
destilando un lúgubre Enero 
musitando lento, un grave adiós.


Llegaría al infierno y abriría sus puertas 
sería recibido con honores de guerrero  
Alzado por demonios tristes embebidos 
me darían  rosas muertas al despertar 
Maldito, lleno de irónicos suicidios 
Los dementes amantes enajenados me tomarían
y despertaría de pronto en el silencioso dolor.

martes, 25 de diciembre de 2012

Aprisionado cobarde



Postrado me encuentro en la ciénaga de mi habitación, atascado por las ideas corto punzantes que me laceran; me convierten en un esclavo de las letras y me sumerjo en el destierro de esta prisión. Existe una luz que aunque tímida, se deja ver allá por mi ventana, puedo abandonar con ella la acre mirada de la soledad y percibir a la lejanía mi póstumo reflejo; en un crío charco formado por un rocío cristalino cual la luna, que llego casi tarde en la madrugada de hace un año o dos en Septiembre. Veo la faz de mi vida en aquel espejo; puedo ver como caen las hojas de otoño abrasadas por los hilos del verano, pero a ellos pronto llegan del invierno los fríos abrigos posando en la alborada, junto a la fogata.
De pronto, después de haber vagado perdido en aquel sórdido momento, en los mosaicos de mi ufana soledad escucho una escabrosa voz que protesta mi nombre, como maldiciendo a dios; quiero esconderme pero no puedo; no hay lugar donde pueda hacerlo. Escucho sus pasos subiendo las escaleras, peldaño tras peldaño; mis oídos no aguantan más, aquellos pasos que de fantasmas mas, parecían cadenas, calló un momento, pero mi corazón cerca de mi boca aún latía con suma agilidad del terror, terror que en ese instante había hecho exangüe mi vida. Detrás de aquellos eternos segundos tras la puerta, la misma se abrió y dejó ver ante el pequeño hilo de luz que se desprendía de mi lumbrera, la silueta de alguien… una mujer; quien rebosaba la blancura que nunca mis ojos habían apreciado, por la oscuridad que atañía a mi vida; cerré mis  ojos por un efímero momento, dando y dando vuelcos a mi conciencia junto a ella mi cabeza ya mareada que imbuía miedo al tratar de inferir si las cadenas de ella eran, quienes habían convertido a mi cuerpo en un pequeño animal.
Mientras ocurría todo aquello levantó lentamente su mano y la franqueó por mi rostro infame, empapado de lóbrega soledad, aquel momento no lo olvidaré nunca, sus manos se mecían de un lugar a otro, de mis mejillas a mí frente,… cual Dante, infestado de divinidad mi espíritu vagaba y lánguido yací en el limbo limítrofe a ella, quise quedarme allí pero su silencio fue fuerte y dejó sórdida mi pobre delirio, sin embargo regresé de nuevo a la oscuridad que empedraba mi habitación, siendo otra vez el mismo; el ser que era sin ser, y que pensaba sin razonar.
Luego ella rozó mis labios con sus dedos y con señas me dijo que hablara; nunca lo había hecho hasta ese momento; nunca lo había necesitado, la soledad no habla, mucho menos escucha. No recuerdo que dije, creo que ella tampoco, espero que no... sólo recuerdo su rostro; su cuerpo tan lúcido como la nevisca, la misma que se alojaba en los barrotes de mi prisión, cuando lloraba de frío el cielo; el azul de sus ojos era tan profundo como el mar que nunca veré; sus cabellos, sus piernas, aquel vestido que cubría la belleza encarcelada de una apura mujer.
¿Acaso había perdido el juicio y la razón, que soñaba con entes que no valía ver? No importó en ese momento, sólo quité la cruz que los años me había dejado clavada y me levanté junto a ella. No era mucho más grande que ella, pero su mirada decía me sentirse segura conmigo; me abrazó y de sus lágrimas brotaron sus ojos y cayeron en mi afligido ropaje; una infanta camisa junto a un pantalón que el céfiro y el ardor del sol habían dejado en las penurias de la miseria…, ella lloró por sus lágrimas y yo en ese lapso tan cortamente eterno, por el corazón.

Mi madre en el tejado


Desperté. Eran las doce y cuarto de la noche, me levanté de mi cama sin siquiera saber cuál era la razón de mi infortunio; Me dirigí a la cocina. Quise tomar un vaso de agua, lo iba a hacer, pero de repente escuché algo; un pequeño ruido, casi inaudible. Eran dóciles pasos, silenciados por un vasto pelaje color pardo, revestido de una oscuridad que hacía que brillasen unos grandes ojos, y una cola plegada que en el viento bailaba, casi elegante; era un gato. Lentamente se acercaba a mí paso a paso, rodeaba todo mi entorno, no le preste atención permanecía somnoliento sólo había transcurrido pocos minutos desde mi despertar, aún así no pensaba en otra cosa que no fuese mi vaso de agua; sentí un feroz murmullo que penetró en mis oídos, corrió un momento por mi espalda, mis piernas, hasta llegar a mis pies, al momento caí del sueño, el que tanto anhelaba desde que desperté, era símil  era casi muerte, era casi, pero no.
Desperté un instante después y mi mano sangraba abundantemente, estaba mojada de agua; el vaso había caído, tal vez fue porque caí al dormirme, no lo sé; decidí componer todo, fui a mi habitación a tratar de curar mi herida, la cual parecía muy profunda. No tenía tiempo, ni temple para averiguar el por qué de la misma, aunque no tuviese sentido mi remota y prima respuesta, lo ignoré por un momento. Quise dormir después, lo quise hacer siempre... a lo lejos volví a escuchar algo, me parecía conocido, pero Morfeo me embaucaba y me instigaba a dormir, lo hice, caí cual gigante cansado, caí sin cerrar los ojos, caí sin respirar; de aquel que parecía un sueño sólo oía el gruñir de un gato, me perdía en sus ojos, o en lo que pensaba que eran. Pasó un segundo y llegó a mí, lo vi recostándose en mi regazo, maullándole a la luna, como rezando una oración. Lo admiraba mientras todas las luces se apagaban dejando solamente encendida la noche, y sus ojos color esmeralda que bailaban en los arboles de la melancolía que exudaba aquella presencia, mientras mi estado parecía ser estar en coma, pero no importaba lo observaba como un demente mira a la nada, rogué su perdón, imploré y lo convertí en mi dios mientras me dejó caer en la nostalgia de mis oraciones, esas plegarias que fueron tan absurdas ante aquella bestia que me hacía sentir cada vez más pequeño e indefenso. Mi silencio llenó mi alma y me sació por mil años, tantos siglos que me atascaban en esa clínica color blanco suave, donde los golpes eran besos, y los rasguños, caricias del cielo; lloré hasta sacar una sonrisa del baúl que escondía el último respiro que traía consigo mi aliento, mientras aquel gato que una vez me despertó en mi habitación, sólo me miraba, simple y ausente. Podría jurar que cuando morí sonrió, pero no lo sé,  no lo recuerdo muy bien.