El céfiro entona tu nombre y declama, interpreta y grita a tu ser vacío, también mujeriego, que alzado por las manos de Dios te hizo caer tal demonio del hades, o del infierno igual; percibiste la sombra, aquella que de los recuerdos es oscura y de la noche querida, mas olvidada de ti esta mi alma, que se tambalea junto con mi vida, y mi vida junto a ella se deprime, y de la muerte la despedida, tuya y de ti, lo nuestro… nuestro lo que nunca fue, del siempre el jamás, el cual sigue volteando sus páginas como el viento a las olas y la luna al mar. Muertos acabamos, y putrefactos seguimos aquí y allá, como la esencia de un dios, como el dios mismo.
miércoles, 26 de diciembre de 2012
Inferno II
16:01