Iría con dicha al infierno vago
al dejar mi corazón necio de marfil
junto a mi alma cómplice asesina
en este dulce y profundo pantano.
Iría solitario y ausente, asechante
dejando efímera esta soledad infinita
que se estampa en el día, ceguedad.
Atravesaría a mil dioses blasfemos
extinguidos por la acidez del olvido
mi pies hastiados gritarían unísonos
junto al inflamado vértigo, amenos.
Maldiciones bañadas de llanto claman a mis pies
destilando un lúgubre Enero
musitando lento, un grave adiós.
Llegaría al infierno y abriría sus puertas
sería recibido con honores de guerrero
Alzado por demonios tristes embebidos
me darían rosas muertas al despertar
Maldito, lleno de irónicos suicidios
Los dementes amantes enajenados me tomarían
y despertaría de pronto en el silencioso dolor.