viernes, 28 de diciembre de 2012

Sol de la mañana


En aquel estío de invierno
Tal vez Mayo, o Abril
Te mirabas nívea y sonriente
Con ello, escribir pude.
Tome lento aquel día
Mi pequeño cuaderno,
Donde escribía mi aficionada poesía
Me viste, tomaste mi mano vacía
Y la pusiste en tu corazón.

Mi cuerpo entumecido
Yacía en ese segundo
Mientras el silencio y la espera
Nos mataba juntos
¡Oh! Que dulce agonía
El tren aceleraba, no importaba
Estabas tan cerco mío
Y de ti también yo.

Escribí mil libros
En esos instantes vacíos
Que solo el tiempo
Después borró
Mas la muerte es injusta y ambiciosa
La felicidad le molesta
Y le atañe la amargura,
Que a ti en un segundo me vedó.